TWIN PEAKS

Cooper y el enano


¡Queridos amigos canalnostálgicos, ¡Peazo truño el que os tengo preparado para hoy! Es posible que muchos de nuestros lectores más jóvenes no hayan oído ni hablar de este excremento, pero los que acumulábamos partes en el instituto, allá por el comienzo de los 90, con total seguridad podemos afirmar que nuestras mentes fueron sodomizadas de una manera bestial con el viaje lisérgico-televisivo que se metió David Lynch. Y es que, presentada a bombo y platillo como la serie definitiva, lo que en un principio parecía una estupenda crónica de suspense y misterio, se convirtió en una mierda muuuuuuy grande en la que reinó el “todo vale” y de la que se nutrieron millones de espectadores de todo el mundo. Hablamos, para el que aun no haya caído, de “Twin Peaks”, una historia más de las que haya vivido cualquiera que se haya puesto de ácido pero que, en este caso, no se quedó en la habitación junto a las demás gilipolleces de los colegas de zarpeo, porros y cubatas.

Y es que hay mucho gafapasta suelto que, en su pose más intelectual, defiende los valores abstractos de esta inmundicia, sin darse cuenta de que: a) no tiene ni puta razón; y b) a la tía a la que se lo está contando no la interesa y se va a quedar sin follar. Porque siendo honestos, aparte de la banda sonora, ¡¿Qué coño había de coherente en “Twin Peaks”?! Cada episodio era una gilipollez mayor que la anterior, con idas de olla a cual más bestia pero que la gente (y sobre todo la critica) aplaudía a rabiar ¡Cagón la puta, el que quiera divertirse con estas ralladas no tiene más que irse a las barranquillas y buscar a un yonqui en pleno chungo! ¡Seguro que en su demencia y tembleque se le ocurren historias aun más disparatadas a fin de sacar para otra micra!

Pero sigamos con nuestro “mono” particular y entre babeos, digamos que “Twin Peaks” nos narra la búsqueda del asesino de una tal Laura Palmer, la miss del pueblo (que da nombre a la serie) y chica ejemplar como solo puede haber en las series yanquis, pero que en el fondo era un putón comerrabos y, mira por donde, en un pueblo de 300 habitantes, ¡Nadie lo sabía! El caso es que a la tía se la encuentran disfrazada de polo en medio el bosque y como manda la tradición en los benditos USA, se manda a un agente del FBI, Dale Cooper, a investigar, no vaya a ser que los chicos de la oficina del sheriff tengan que ponerse a currar, con lo bien que se está bebiendo café todo el día en el “Diner” del pueblo. Y así llega nuestro flipado agente, que resulta estar más sonado que las maracas de Machín, y da bola a to el que pilla y tenga alguna chorrada que contarle. Lo cual no es muy difícil, porque para seguir con la tónica de la serie, en Twin Peaks todo el mundo está medio gilipollas, por lo que “Lucky Luke” Cooper se pasará la mitad del día con la polla empalmá entre semejante panda de tarados. Y si no me creéis, ahí va una muestra: enanos bailarines, mancos, tuertos, FBI’s travestidos, gigantes, viajeros en el tiempo,… ¡Joder, si es que faltan Mortadelo y Filemón! Por eso, con semejante troupé, no nos extraña que la serie terminase en un delirio psicotrópico y que al final, el asesino, fuese el propio padre de Laura, Leland Palmer (si alguien no lo sabía y le he destripado algo, pues… ¡Qué le den por culo!). Pero claro, esto así, queda bastante simple y hasta previsible, y aunque al tipo este ya era bastante rarito (le daba por ponerse a cantar y a bailar en los momentos más inoportunos), para enrevesar más el tema, al colega Lynch no se le ocurrió otra cosa que decir que realmente no fue Leland, sino que obró así poseído por el espíritu de Bob (¡Para qué un nombre épico a lo Gozer el Gozeriano o Vigo el Cárpato!), una especie de indigente astral que se dedicaba a corromper al personal para cargarse a las reinas de las fiestas en lugar de a los callos malayos. Y todo viene de que los alrededores de Twin Peaks acogían a las Logias Blanca y Negra, una suerte de puticlubs paranormales donde lechuzas parlantes, caballos bailarines, miembros amputados y omnigovantes de la clase 5 fornicaban a ritmo de jazz y así estaban todos de subnormales. En fin, si no queréis acabar lelos, dejad las pastis de colores y mientras, ¡No cambiéis de canal y hasta la próxima!


Laura Palmer

2 comentarios:

Selene dijo...

Me gustaba mucho la banda sonora.
Y si, jejejejeje que era una flipada de serie!

Anónimo dijo...

Supongo que el ¿autor?, por llamarlo de alguna manera, de esta ¿crítica? por llamarla de alguna manera, ha escrito este ¿texto? bajo la influencia de una tremenda diarrea. Básicamente, por la reiteración de símiles facilones y que pretenden ser malsonantes, y no pasan de insustanciales. Si no es así, espero que exista algún otro motivo que justifique la falta de contenido, estilo y argumentación de esta cosa. Unas ¿opiniones? que ni siquiera son divertidas, ya que eso por lo menos salvaría el mal resultado final y la falta de sustrato. Con la cantidad de debates que podrían hacerse sobre Twin Peaks (serios y de descojone, a elegir)... Qué penita para Creatura, cómo os rebaja esto el nivel. Por cierto, que hacer listas de intelectuales en base a categorizaciones simplistas ("te gusta Twin Peaks, eres intelectual", de traca), es más mediocre que cualquier tipo de pedantería. Qué penilla, chicos.