YORUBA

A partir de la segunda mitad del siglo XVI, negros de África fueron llevados a Cuba para trabajar como esclavos bajo la dominación española. Entre ellos, los del África occidental, y principalmente los Yorubas (o Lucumíes) ejercieron una enorme influencia en el desarrollo cultural y religioso de la isla. Su culto se expandió muy rápidamente y se conoce en Cuba con el nombre de Regla de Ocha o Santería. Tiene como base la adoración de los dioses Orishas del panteón yorubá y la transposición de las divinidades africanas con los santos de la religión católica dando lugar a un sincretismo muy importante para el análisis de la cultura. El origen de su nombre es muy claro ya que se trata de un culto a los santos. Sus ritos, su música, su sistema de símbolos, sus leyendas, son testigos de su complejidad. El personaje más importante es el Babalao: es un consejero y experto en religión, predice a través de los oráculos. Además, cada creyente está consagrado a un santo personal. Es sensato venerarlo en particular, honrarlo en su propia casa, donde se baila para él y con él. La motivación de estas danzas es glorificar a los Orishas o atraerlos con el fin de que tomen posesión de uno de sus hijos para comunicar con los hombres. Este fenómeno de la posesión se llama el trance.

El panteón yorubá y su mitología han sido comparados con los de la antigua Grecia. Los dioses yorubá tienen características humanas como el vicio y la virtud. En los mitos se relatan los hechos, las aventuras y la vida de estos dioses para después recordarlos en los ritmos, las danzas y los cantos. Los tambores Ilamados Batá, con dos membranas o parches de diferente tamaño, el mayor se llama Inu y el más pequeño Chacha, se golpean con las manos y se sostienen horizontalmente sobre las rodillas. Existen tres tambores de tamaño diferente : (en orden decreciente) Iyá o el Mayor (la madre), Itótele o el Segundo y Okónkolo. El tambor mayor, Iyá, está provisto de hileras de campanillas (Chaworó). El sonido de la membrana se modifica al pegarle en su centro un anillo o aditamento resinoso. Además de los tambores hay unas maracas (Atcheré o Güiro).

Existen varias intervenciones, por ejemplo, el Oru del Igbodú, donde los tambores Batá tocan solos en honor de los Orishas. Pero habitualmente, las percusiones acompañan a los cantos y danzas. Las fiestas en la Santería sirven para expresar la gratitud o el descontento hacia uno u otro de los dioses. Hay también fiestas que se Ilaman Bembé. Durante estos acontecimientos festivos no se deben utilizar los tambores sagrados sino los Güiros, un tambor más una guataca (tipo de pico). En las regiones rurales se utilizan frecuentemente tambores Ilamados Tambores Bembé. Existe un cierto número de Orishas más o menos importantes unos que otros y cada uno de ellos puede tener varios ritmos, cantos y danzas diferentes. Todas estas danzas pueden ser clasificadas en independientes, los bailarines, agrupados frente a los tambores, bailan de manera introvertida y sin relación entre ellos y las colectivas (Aro de Yemayá), en círculo donde uno se desplaza en el sentido contrario a las agujas del reloj. Las danzas se ejecutan durante la presentación de los iniciados delante de los tambores Batá, por el aniversario del diós y por el aniversario del día de la iniciación. Estas ceremonias se Ilaman Wemilere. Los más importantes durante la celebración de estas fiestas son los tocadores de Batá (0lubatá) y el cantante solista (Akpwón), al cual responde el coro (Ankorí). Los bailarines se desplazan con relación a los tambores según sus niveles en la jerarquía de la Santería. Las danzas de la Santería son sin dudas las más variadas. Los movimientos más importantes son los realizados con la ondulación de la espalda que se transmite a los brazos y hasta los dedos. Aparente monotonía de los pasos que esconde una verdadera riqueza de movimientos.

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