Cuando leí el texto de Rubén para el cuarto aniversario de Creatura, me entraron ganas de escribir algo dulce, algo bonito y agradable. Quise ser otra rosa entre tanto cardo. Algo delicado, admirable y protegido. No supe qué poner. Mis musas siempre andan volando por ahí. Luego pensé que quería aportar algo más enriquecedor que mis divagaciones y una vez más me vinieron a la mente todas esas ideas que tengo aún sin escribir, perdidas, como mis musas, sobre besos en ombligo ajeno y el limbo en el que vivimos desde que condenamos a muerte nuestra sexualidad.
Las historietas que cualquier sexólogo que se precie y muy alejado de prescripciones médicas debería plantear: Informar sobre el bien y el bien que hace el mal. Y educar con un simple tirón de vendas, para que contempléis el basto mundo y haceos sentir libre de culpa –aunque debierais sentiros culpables por no hacerlo vosotros mismos-
Cuando voy a los colegios, me doy cuenta de lo mucho que necesitan nuestras nuevas generaciones que les aclaren las ideas. Sus cerebros son una maraña de líos y conceptos que no tienen claros y se van definiendo con el tiempo siguiendo el camino equivocado. Los más gorditos, los de nuestra generación, los que escriben y leen Creatura, por ejemplo, somos el resultado y modelo a seguir de estos chavales. Por desgracia, no todo el mundo es tan burro ni tiene el sentido del humor que se prodiga por aquí y necesitamos que Pinky polinice la libre conciencia más allá de estas páginas.
Mientras tanto, el mundo marcha como marcha: ignorante y plastificado; y Occidente, a ver si se os mete en el coco, es infinitamente castrante. La libertad sexual no viene con fiestas de orgullo gay o matrimonios para homosexuales. Ésa no es más que una realidad virtual que no cambia el hecho de que sexualmente vivimos rígidos e inoperativos. El 80% de nuestras funciones están anuladas (el 20% lo dedicamos a comer y pensar –y eso lo hacemos francamente mal-). Es abrumador tanto pasotismo ante tal bloqueo emocional. Hay que reencontrarse.
Somos seres sexuados de los pies a la cabeza y nuestra fuente de vida es el erotismo. Como el agua a las flores, el ser humano necesita del contacto con los demás; y me refiero al físico. Sin embargo, no aprovechamos ni el 10% de nuestro potencial. Estoy estadista hoy.
Estamos a un paso de cruzar el umbral hacia el automatismo integral y, literalmente, nos estamos quedando vacíos de emociones. Nos estamos precipitando ante la insensibilidad más absoluta y es más probable que acabemos encendiendo bombillas con la boca que ver saltar chispas con la fricción de dos o más sobre una cama.
Si realmente supierais lo que la mala educación de otros –yo diría mala leche- os está robando, otro gallo cantaría. Pero de vosotros depende ser más kantianos.
Aquí tenéis la aportación de este mes. Suele ser el libro introductorio al erotismo que os pertenece y mal lleváis inactivo. Es entretenido y muy fácil de leer. Es posible que algunos ya los conozcáis porque es bastante popular. También tenéis la película, dirigida por Vigas Luna. Sin embargo con el libro desarrollaréis algo que también anda sin engranaje, la imaginación. De todos modos, empapaos de erotismo sea cual sea el formato: Las edades de Lulú, de Almudena Grandes.
Deseo con franqueza que lo disfrutéis y despierte vuestra curiosidad. Poco a poco veremos si vuestras musas son tan creativas en la alcoba como lo son en los pentagramas. Esto último va para mis rockeros de Creatura.
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