NANA EN LA NOCHE

Duerme duerme negrito
Que tu mami está cantando negrito(*)

El vio como Dana acunaba a su bebé mientras le cantaba bajito al oído. El bebé no dormía, miraba a su madre con ojos curiosos, sonriéndole con la mirada, como si le invitara a seguir cantando. Dana no miraba al bebe, sus ojos se perdían en un mar que no tenía horizonte. Mientras él la observaba con una enorme culpa clavada en el alma.
Duerme duerme negrito
Que tu mami está en el campo negrito

Dana no huía del hambre ni del trabajo de sol a sol, no huía por la misma razón que lo hacían sus compañeros de viaje. Pensaba eso mientras volvía la vista hacia su bebé que poco a poco sucumbía a la melodía y le pidió perdón en un grito ahogado por su canción.
El no podía apartar la vista de aquella muchacha demasiado joven que parecía no encajar en la imagen, su porte, su entereza, su mirada llena de una desesperación distinta. Dana temblaba casi imperceptiblemente aunque no de frío, temblaba de ira por haber nacido mujer en el lugar equivocado. El bebé dormía pero ante el movimiento espasmódico de su madre se agitó nervioso.
Trabajando, trabajando duramente
trabajando sí
Dana se calmó al instante, no quería despertarlo, su bebé era lo único que valía la pena en su vida, sólo por él había vuelto su vida del revés. Al levantar la mirada Dana vio la mirada de aquel hombre desviarse rápidamente de ella, avergonzado. Él supo en ese instante que no podía engañarla, a ella no. Hasta ese momento se creía deshumanizado, mentía a aquellos pobres campesinos por dinero sin remordimiento alguno, les vendía una buena vida en un país acogedor y compasivo donde todos tenían cabida, pero al llegar la mayoría se encontraba en una situación más precaria que de la que huían.
Trabajando, trabajando y no le pagan
Trabajando sí

Dos vacas y una mula, ese había sido su precio y hasta se sintió alagada. Aquel hombre le prometió que no le faltaría nada, y después de haber pasado hambre durante años la vida al lado de ese hombre que, además, le daba cariño, le pareció un paraíso. Pero pronto su belleza se convirtió en un capricho antiguo y otra ocupó su lugar. Pronto sus privilegios menguaron, al tiempo que su vientre crecía, la comida escaseaba y el trabajo era cada vez más duro. Una esclava que engendraba un esclavo, en eso se había convertido por dos vacas y una mula.
Trabajando, trabajando y va tosiendo
trabajando sí
Cuando pensaba que su vida no podía ser más miserable otra muchacha le contó lo que sucedería después de dar a luz, se lo llevarían para venderlo, y ella comenzaría a trabajar en el oficio más antiguo del mundo. La muchacha le dijo que a las mujeres en un estado tan avanzado no las vigilaban tan cuidadosamente, era absurdo pensar que así pudieran escapar, sólo esa ventaja le permitiría escapar mientras estaba a tiempo. A la mañana siguiente robó un collar a la nueva y se marchó sabiendo que si la encontraban no habría perdón.
Trabajando, trabajando y va de luto
Trabajando sí

El no sabía cuando avisarla, la llevaría de nuevo a su casa, con su familia, allí donde pudieran cuidarla, a ella y a su niño. Le ofrecería ropa de abrigo y la entretendría hasta que bajasen todos del cayuco y en la confusión se lo explicaría. Faltaba poco para llegar a la costa y sin que nadie se diera cuenta se colocó junto a la muchacha que no había cesado de cantar bajito, casi en un susurro. Se preparó para protegerla, para salvar lo poco que le quedaba de su conciencia
Duerme, duerme negrito
Que tu mami está cantando negrito
Su bebé estaba tranquilo y Dana también, el barco casi rozaba la tierra, casi lo habían conseguido. Los demás estaban agitados, comenzaban a levantarse lentamente. De pronto Dana sintió una mano firme en el hombro que no la dejaba moverse. Uno de los hombres que manejaba la barca la estaba envolviendo con una chaqueta mientras la obligaba a quedarse donde estaba. Había estado cerca, lo había intentado al menos, para ella no había salvación. Miró al hombre con ojos suplicantes anegados en lágrimas y se sorprendió al escuchar a aquel hombre explicándole lo que iba a encontrar al bajar del barco, no era uno de ellos.
Duerme, duerme negrito
Dana le dio las gracias y poco a poco descubrió a su bebé dormido, apenas tenía unos días y después con la misma delicadeza le enseñó su muñeca derecha, allí, marcadas a fuego, estaban las iniciales de su amo, una marca que no tenía valor si conseguía pisar la arena de aquella costa. Él comprendió lo que no había entendido hasta ese instante y la dejó marchar sintiéndose un poco más humano.
Duerme, duerme negrito
Que tu mami está cantando negrito

(*)Nana de la tradición oral campesina.

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