SEXO
Llevábamos saliendo tres semanas y yo no podía ser más feliz. Por fin había encontrado a mi alma gemela. Tenía todo lo que yo deseaba en una mujer: cuerpo bien definido, una sonrisa preciosa y un desparpajo como el que no había visto nunca. Además, y esto no me lo podía creer, la primera vez que hablamos de música me confeso que también adoraba a Jimi Hendrix, y esto si que me puso “como las cabras”, así que en cuanto tuvimos la casa para los dos solos me aprovisioné de preservativos y empecé a prepara la noche.
Esparcí pétalos de rosa por todo el pasillo que iba desde la entrada a su habitación y allí lo llené todo de velas mientras ella se ponía “más cómoda”. Me desnudé y esperé a que entrara en la habitación. Cuando la vi pasar traía entre las manos unos pétalos que había recogido del suelo y los olía dulcemente a la vez que sonreía mirándome con cara angelical. Entonces comenzó a frotarse los pétalos suavemente por el cuerpo desde el pecho hasta la parte baja de la cintura donde acababa el camisón y empezó a subir a la vez que desnudaba su cuerpo y se acercaba andando hasta rozarse con el mío. Comenzamos a rozas todas las partes de nuestro cuerpo con un ritmo lento y sensual con ligeras arremetidas pasionales con las que apretábamos fuertemente nuestros sexos. La temperatura empezaba a subir y las arremetidas fueron cada vez más continuas. Sus afiladas uñas recorrían mi espalda abriendo surcos por los que la sangre mezclada con el sudor arqueando mi cuerpo y provocando que el suyo hiciera lo mismo hasta que se deslizo hacia la mesilla de noche para coger un preservativo. Lo abrió, me lo puso y agarrándome suavemente me introdujo dentro de su cuerpo. No era la primera vez que lo hacía, se notaba, sus movimientos la delataban. Se puso encima de mí y comenzó a cabalgar agitando hasta el último poro de su cuerpo a ritmo creciente y cada vez más salvaje; gritaba, se contorsionaba y apretaba mi cuerpo con furia desatada. Cuando tuvo el primer orgasmo me clavó las uñas en el pecho y siguió sacudiéndome hasta volver a retomar el ritmo y llegar a este climax otras dos veces más. Y cuando iba a llegar a la cuarta sentí que yo también estaba a punto e incrementé mi ritmo para llegar con ella a lo más alto. Entonces los dos explotamos, gritando, jadeando, suspirando y gimiendo una y otra vez hasta que caímos rendidos. Estuvimos mirando al techo a penas sin respiración durante unos minutos, temblando sudorosos, inmóviles, calientes...
Empezó a recorrer todo mi cuerpo con las yemas de sus dedos y agarró mi sexo con pasión... De repente, se sobresaltó y comenzó a gritar. Movía sus manos llenas de fluidos y me obligo a comprobar si se había roto el preservativo. Corrí al baño me lo quité, lo llené de agua y la demostré que seguía intacto, sin ninguna traza de que mi semen se hubiera derramado dentro de su vagina, pero ella no se lo creía. Volvió a gritarme cabreada y dijo que no volveríamos a practicar sexo hasta que no comprobara si estaba embarazada.
Puntual como un reloj le llegó el periodo dos semanas después, pero seguía obsesionada con el episodio que habíamos vivido creyendo que los fluidos que recubrieron el preservativo era mi semen y sin pensar que lo que realmente había tocado era su flujo vaginal.
Tres meses después continuaba la cuarentena. Yo comenzaba a dudar de sus sentimientos y no solo por el tema del sexo, sino porque desde que le vino la regla cada vez la notaba más distante. Un día volvíamos en coche a su casa y al poner mi cinta preferida, el Electric Ladyland de Jimi Hendrix, se puso a farfullar: - Vaya mierda de música, ¿Qué es esto? – Asombrado le respondí que qué iba a ser, ¡Jimi Hendrix! Ella agachó la cabeza y se calló. Me había engañado, no solo no conocía a Hendrix, sino que llevaba ya una temporada follándose a otro tío y utilizándome a mi solo para lo que a ella le interesaba.
2 comentarios:
¿y QUÉ ERA LO QUE LA INTERESABA?
SE PUÉ SABER
¿Que qué era lo que la interesaba?...Pues en principio, un taxista para que la llevara donde qella quisiera cuando ella quisiera; un pagafantas para toda ocasión; y un cacho de carne con el cual desahogarse sexualmente cuando a ella la apetecía, claro, que lo que pasa en la historia es una escusa que se monta la chica para dejar al chico, vamos que le estuvo tomando el pelo y utilizandole para todo hasta que se cansó de él y encontró otro con el que jugar...pero eso es otra historia. Continuará.
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