MIS TRES NOSFERATUS

Vampirismo y séptimo arte han ido siempre de la mano, el mito vampírico está íntimamente ligado con el nacimiento y la historia del cine. Particularmente me decanto por tres Dráculas entre la enorme serie de realizaciones (según Wikipedia en el año 2005 Drácula se convirtió en el personaje de ficción con más adaptaciones y apariciones en el cine, seguido por Sherlock Holmes). Me refiero al Nosferatu de Murnau (1922), el de Herzog (1979) y el Coppola (1992), básicamente mi elección viene dada por la fidelidad a la hora de adaptar la novela de Bram Stoker.

Es a principios de la década del veinte del pasado siglo cuando no encontramos con esa insuperable película que inaugura la mencionada trilogía que comparte el podio de las mejores películas de vampiros. Me refiero a Nosferatu: Eine Simphonie des Grauens (Nosferatu: Una sinfonía del horror, 1922), joyita del cine expresionista alemán de entreguerras dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau. Allí Max Schreck (1879-1936) interpreta al Drácula más aterrador e inquietante de la historia, la carencia de sonido y los borrosos matices del blanco y negro le otorgan a este lúgubre ser una sombría aureola maléfica que no ha logrado imponerle ni transmitir ninguna otra adaptación. Se le acerca, por su similitud, el Nosferatu: Phantom der Nacht (Nosferatu, vampiro de la noche, 1979 ), de Werner Herzog, interpretado por el tormentoso Klaus Kinski en el papel de vampiro y la etérea Isabelle Adjani como Lucy Harker. De ese filme me ha quedado grabada la imagen del banquete final, postal de la decadencia y la abdicación ante la muerte, pues la peste ha tomado la ciudad y las ratas corretean entre los muertos y moribundos que se entregan al último exceso antes de ser recogidos por la Parca.

En 1992 Francis Ford Coppola pone a un Gary Oldman, reconvertido de Sid Vicious a chupasangre, en el papel protagónico de su Drácula, poderoso espectáculo "claramente concebido como un ejercicio operístico donde prima el impacto visual y el exceso, se diría que intenta ser un compendio de todas las aportaciones iconográficas del subgénero vampírico, debidamente aumentadas o enfatizadas", según se puede leer en una crítica realizada por un tal Maximilian en Filmaffinity.

Finalmente me gustaría destacar las figura de Bela Lugosi, el Drácula elegante e hipnótico y Christopher Lee, que popularizó a un Drácula más cruel, de eternos ojos rojos, en las míticas producciones de la Hammer, con Peter Cushing en el eterno papel de Van Helsing.

Como ya he dicho Dráculas y vampiros hay cientos, como el Andy Warhol´s Dracula (1974), Salem´s Lot (1979), de Tobe Hooper, o The Hunger (1983), de Tony Scott, con el andrógino David Bowie en el papel de amante vampirizado por Catherine Deneuve, la vampiresa egipcia Lady Miriam. De esta producción destaco, claro está, la impecable intro con Bauhaus interpretando Bela Lugosi's dead.

Una de las últimas producciones que me ha llamado la atención ha sido La sombra del vampiro (2000) de Elias Merhige. Allí Willem Dafoe interpreta a Max Schreck y John Malkovich a Murnau. La película juega en torno a esta ambigua relación y aborda la leyenda urbana existente en torno a la enigmática personalidad de Schreck, un vampiro real que accedió a filmar la película si Murnau, su director, le entregaba como premio a la protagonista, Greta Schröeder.

Encontramos también vampiros negros como Blade (1998) y ridículos como Abbott and Costello Meet Frankenstein (1948) con un decadente Lugosi autoparodiándose pero aun no en la fase de heroinómano terminal que alcanzó con Ed Wood. En fin, que en su prolífica carrera el Conde ha luchado contra vaqueros, karatecas, héroes mitológicos, alienígenas y también ha sabido ser protagonista de varías producciones eróticas y porno. Sin lugar a dudas, para el cine, Drácula seguirá siendo siempre el "no muerto".

Claudio Barragán Sacco - http://1977voltios.blogspot.com/

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