EL AÑO BOLLO. Por Zoraida Guijarro Cayuela

Hace una década descubrí un mundo lleno de aromas que hasta entonces habían sido desconocidos para mí. Nuevos colores y un tacto, el masculino. De repente mi vida dio un vuelco y los hombres entraron en ella en forma de púberes adolescentes tan ignorantes como yo. En contacto con sus labios descubrí lo que años más tarde reafirmaría mi experiencia: el infinito potencial sexual de las mujeres frente al malogrado masculino. Nos adentramos en un sendero oscuro, armadas con una linterna, una lupa y mucha moral. Tal vez nuestro error fue no haber cogido la brújula. ¿Tomamos las mujeres un camino equivocado?
Con el tiempo las mujeres se han ido descubriendo como seres maravillosos, erógenos a lo largo y ancho de su cuerpo. Con una capacidad para el placer escandalosamente admirable. Somos sensibles al contacto y a la imaginación. Somos activas e instintivas. Somos valientes y atrevidas. Somos creativas.
Durante siglos se nos ha privado de nuestra sexualidad y hemos olido el placer en ojo ajeno. Sin embargo, las mujeres estamos capacitadas para el goce y el arte erótica a una escala superior. Las reglas del juego nos son tan complejas, pero asumir que el sexo dominante no es ciertamente el masculino hiere muchas sensibilidades. La potencia sexual del hombre se desmorona ante el suspiro de la mujer insatisfecha por un orgasmo inadvertido o inexistente.
He conocido mujeres que después de haber estado con hombres han alargado la pierna y se han cruzado de acera. Todas ellas coincidieron en lo mismo: “sólo un mujer sabe satisfacer a otra mujer”.
Nuestras fantasías les insultan y nuestra intensidad les viene grande. Pero qué podemos hacer con los hombres que se acomplejan con nuestra sexualidad. Quedarnos calladitas y mirar para otro lado como hemos hecho siempre? Gracias a Dios, las mujeres nos estamos liberando del eterno papel de protectoras. Si no te gusta, te jodes y aprendes.
Y eso es lo que deben hacer nuestros chicos si no quieren ver cómo sus mujeres acaban haciendo comandita entre ellas. Cuando tienes trece años puedes conformarte fantaseando y con el cariño de tu madre. Cuando tienes 23, 33, 43...las exigencias son claras. Estamos en un mundo irremediablemente exigente y las mujeres, además, llegan con muchas cuentas pendientes.
Coged el legado ahora que aún estáis a tiempo.

1 comentario:

Selene dijo...

No puedo hacer nada más que aplaudir.
BRAVO!
Una mujer que se expresa sin tapujos.
gracias por esta entrada.