LA PEQUEÑA HISTORIA DEL DESPICHADO
Hace mucho, mucho tiempo en un país muy lejano nació MONICACO. En uno de esos días denominados para bautizar hijos de puta(o matar curas): lluvia torrencial, viento huracanado y un seísmo que sembró de muerte y miseria la ciudad donde nació la criatura. MONICACO, hijo de mil padres desconocidos con gran cantidad de hectólitros de alcohol en su sangre y de una mujer que se dedicaba a alegrar las luengas noches de estos sátiros vino a este mundo con una tara que le marcaría para siempre: MONICACO nació sin picha.
Su madre lo comprobó horrorizada después del alumbramiento. No sabía si el fruto de su vientre era niño o niña. Tan sólo un pequeño orificio, más pequeño que el ojete servía a su vástago para miccionar.
El horror y la angustia se apoderaron de esta casquivana fémina y MONICACO fue abandonado en una inclusa, donde, con el paso del tiempo, y viviendo entre continuas burlas, escarnios, desprecios y palizas de sus compañeros se hospicio tórnose un mozalbete púber e imberbe que sentía impulsos de bailar el mambo en horizontal, o sea, echar un clavete. Pero no podía, al carecer de ciruelo, coitar con hembra, animal u otro mozalbete. MONICACO aún no conocía su orientación sexual e igual le daba culo que coño. Insistía, insistía e insistía en la máxima expresión del folleteo, pero nunca llegaba la gran fiesta.
MONICACO se encontraba por todo esto muy deprimido, casi a punto de no cortarse la picha, pues carecía de ella. Tampoco le seducía la idea del suicidio por ahorcamiento, pues todos los ahorcados mueren empalmados, y entonces, incluso después de muerto, sería el hazmerreir de toda la comarca. Eligió un suicidio más bestial: se echaría en el camino y sería arrollado por el primer carro que pasara por allí.
Y en el camino cambio la suerte del despichado. En ésas que llegaba a la ciudad el circo con el hombre forzudo, la mujer barbuda, el comefuegos, los enanos cabrones y ANÉMONA, la mujer sin rostro. BENCEJO, el tullido, era el dueño del circo y al ver a MONICACO tirado en el camino ordenó detener los carruajes. Reconoció en la mirada de ése suicida a un nuevo miembro para su troupe. Y en el circo lo acogieron. Fueron por todas las villas mostrando aquello que no tenía. ANÉMONA se enamoró del nuevo miembro sin miembro del circo (ya saben, ojos que no ven, coño que no siente). Y fueron relativamente felices. MONICACO nunca se la folló. ANÉMONA, al carecer de rostro, tenía que comer por el culo.
Esta historia es rigurosamente bizarra y al leerla te producirá la pérdida de la picha si eres varón o de la jeta si eres hembra. ¡Uy que miedo!
ILUSTRACIÓN: GSÚS BONILLA
RELATO BIZARRO DEL KEBRAN
2 comentarios:
jajaja, a mí no es que se me haya caido la cara ,es que se me ha congestionao de tanto reirme.
pero que capuloo que sois no???
tanto bonilla como kebran nos dejan 2 nuevos personajes, listos para llorar hast la eternidad...
arreglar a estos dos ya!! y me refiero a monicaco y anemona
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