Esteban Gutiérrez Gómez es el autor de uno de los libros (en prosa) más interesantes que he leído en años:”EL LABERINTO DE NOÉ”
Sin desmerecer a cualquier otro libro que haya devorado, este "LABERINTO" se queda vivo dentro de ti. Tiene algo especial que te va tocando desde el momento que lo empiezas. Y no te deja tranquilo hasta que lo acabas. Es un libro vivo, un libro que engancha. Es LITERAVIDA (permítaseme el palabro) Es pasión por la lectura, es un libro hecho de muchos otros libros, es un duelo continuo. Es pura vida, puta vida misma. Es un pedazo de libro, un libro excepcional, un libro imprescindible para quién ame leer por encima de todas las cosas.Recomiendo vivamente su lectura (nada compleja para neófitos) y todo lo necesariamente buena para lectores avezados. No desvelaré tramas ni finales, tan sólo ensalzar el AMOR por la lectura de su autor y como nos logra inocular ese veneno a los que hemos leído esta maravilla.
Este cuentista, como a él le gusta denominarse ha accedido amablemente a someterse a mi cuestionario sobre su magna y primogénita “criatura literaria”
KEBRAN: Esteban, cuéntanos que pretendes enseñar al lector con este tu primer libro publicado.
ESTEBAN: Lo que quiero es que el lector se sorprenda con una novela que le propone una lectura diferente, una especie de juego, en la que el lector marca las reglas y las pautas a seguir, cada uno con su criterio, para llegar a un lugar común: la salida del laberinto.
KEBRAN: -Eres un lector voraz, ¿Cuáles han sido tus "fuentes literarias"?
ESTEBAN: Yo empecé leyendo de niño a los Dumas y a Salgari, y todos esos libros de aventuras, luego tuve una época en la que me leí toda la bibliografía de autores en castellano (Marsé, Delibes, Cela, Mendoza…). Pasé luego por el filtro de autores europeos y americanos, y llegué a la literatura del boom hispanoamericano donde descubría a Borges, a Vargas Llosa, a García Márquez, y, sobre todo, a Cortázar. De esta manera descubrí al cuento moderno, bebí de esas fuentes e indagué en sus orígenes (Poe, Chejov), en las nuevas propuestas (el cuento americano de Carver o de Cheever) y siempre llegaba al mismo sitio: la poética del cuento de Cortázar. Con él aprendí a jugar con la literatura y a buscar más autores juguetones (Joyce, Faulkner). Ahora mismo me miro en espejos como las propuestas cuentísticas de Hipólito G. Navarro o Carlos Castan, por no salir de España.
KEBRAN: ¿Qué libro te hubiera gustado escribir?
ESTEBAN: Sin lugar a dudas, “El libro de Manuel” o “Rayuela”, de Cortázar.
KEBRAN: Coméntanos alguna anécdota que haya ocurrido cuando estabas escribiendo el "LABERINTO DE NOÉ" o en alguna de sus presentaciones
ESTEBAN: En un principio la novela se iba a titular “Pinball”, por la dinámica de la misma y por el significado de ese relato. Luisa Fernández, una compañera de ESFERAdeLETRAS, se ofreció a hacer la portada del libro (dibuja de vicio) y yo le pedí una máquina de flipper, sin más. El título no le gusto al editor a la hora de firmar la edición. Hice una tormenta de ideas de 10 minutos con la gente que tenía a mano para decidir el titulo, y me quedé con “El Laberinto de Noé”. La sorpresa vino al ver el dibujo de Luisa, que ya estaba hecho: había pintado varios laberintos dentro de la máquina.
KEBRAN: ¿Estás preparando algún libro nuevo?
ESTEBAN: Estoy preparando un libro de relatos y ando detrás de editar un cuento largo, alguien lo llamaría novela corta, por la extensión, pero como está escrito con técnica de cuento, yo lo llamo cuento. Y no dejo de escribir mis poesías “desde el abismo”.
EL LABERINTO DE NOÉ
AUTOR: ESTEBAN GUTIÉRREZ GÓMEZ
EDITADO POR EDICIONES LA TIERRA HOY
COLECCIÓN NUEVA LITERATURA
http://bacovicious.blogspot.com/
http://ellaberintodenoe.blogspot.com/
ES OTRA ENTREVISTA DE EL KEBRAN
http://elkebrantaversos.blogspot.com/
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PINBALL (UN RELATO CEDIDO POR ESTEBAN AL CREATURA INCLUIDO EN “EL LABERINTO DE NOÉ”)
Primero lanzas. Una partida. Tres bolas. Con pericia. A veces no es necesario darle toda la fuerza. Para evitar que se la trague rápido. Para lograr un pasillo x10. La verás correr por el canal, siempre a la derecha, y la verás lanzarse a la aventura. Luego las luces, los sonidos, el ir y venir de aquí para allá. Rebotando contra las gomas, contra las setas. Diana: 1000 puntos. Se trata de que no se la trague el agujero, primero. Se trata de conseguir el máximo de puntuación, después. Tienes que ser hábil. Disfruta. Saber parar la bola sobre el mando. Saber pasártela al otro mando para lograr embocarla en la sima de la extra. Saber hacerla correr por los pasillos de la partida gratuita. Saber mover la máquina sin que se encienda la luz de falta. Saber golpearla justo en el tiempo y donde el efecto es el deseado. Reflejos, anticipación. Tú contra ella. Nada más en el mundo. Tú y ella. Tú para ella. Ella por ti. Disfruta. La perdiste, está bien, no pasa nada. Saca de nuevo. Mírala correr. Las entradas de los extras. El circuito aéreo. Los números que no dejan de girar. Til, til. Til, til. Til, til. Aquellas dianas iluminadas te reclaman. 3000 puntos. La boca se ha abierto y quiere comer. La bola que se imanta, que comienza a espejear junto a las luces. Se trata de encender aquella diana. Se trata de conseguir sacarla fuera del circuito. Se trata de evitar que se hunda en el abismo. Se la tragó. Es lo mismo. Tienes otra oportunidad. El pasillo de la derecha de nuevo. Ya sabes lo que tienes que hacer. Ya tienes algo más de experiencia. Lo deseas y lo vas a conseguir. Disfruta. Los números que no dejan de rodar. La bola que cruza toda la máquina. Parece que cobra vida. Tú diriges y ella te obedece. Un toque preciso que la hace volver del final. En lo alto, por el pasillo enrejado. Y una vez más pendiente arriba. Buscando pasajes. Buscando cuevas. Haciendo sonar la música. Haciendo titilar las luces. Los números que no dejan de aumentar. Ya sabes lo que tienes que hacer. Y, sobre todo, lo que no tienes que hacer. Dominas la situación. Las palancas son parte de tus dedos. Engomadas pero sensibles. X5000. Todas las luces encendidas. Todos los agujeros a tu disposición. Todos los pasillos puntúan. La noria de números no puede parar. La máquina canta. Ploc. Una. Ploc. Dos. Ploc. Tres. Ella y tú. Frenéticos. Excitados. La música, las luces. Una nave espacial. La bola de acero no deja de moverse. La ves venir. La ves llegar. Enfilada. Veloz. Las aletas que no llegan. Directa al gua. Al sumidero. Al hoyo final. Entonces el silencio. Las luces que se apagan. Ella extinta. Oscuridad y mudez. Tan sólo tus jadeos te hacen sentir que sigues vivo. La respiración entrecortada como si hubieses salido de un éxtasis. Un golpe sobre el cristal. Sólo cuando lo piensas. Sólo cuando te acuerdas de ello. Sólo cuando te das cuenta de que tú eres esa bola de acero en la máquina de la vida.
Primero lanzas. Una partida. Tres bolas. Con pericia. A veces no es necesario darle toda la fuerza. Para evitar que se la trague rápido. Para lograr un pasillo x10. La verás correr por el canal, siempre a la derecha, y la verás lanzarse a la aventura. Luego las luces, los sonidos, el ir y venir de aquí para allá. Rebotando contra las gomas, contra las setas. Diana: 1000 puntos. Se trata de que no se la trague el agujero, primero. Se trata de conseguir el máximo de puntuación, después. Tienes que ser hábil. Disfruta. Saber parar la bola sobre el mando. Saber pasártela al otro mando para lograr embocarla en la sima de la extra. Saber hacerla correr por los pasillos de la partida gratuita. Saber mover la máquina sin que se encienda la luz de falta. Saber golpearla justo en el tiempo y donde el efecto es el deseado. Reflejos, anticipación. Tú contra ella. Nada más en el mundo. Tú y ella. Tú para ella. Ella por ti. Disfruta. La perdiste, está bien, no pasa nada. Saca de nuevo. Mírala correr. Las entradas de los extras. El circuito aéreo. Los números que no dejan de girar. Til, til. Til, til. Til, til. Aquellas dianas iluminadas te reclaman. 3000 puntos. La boca se ha abierto y quiere comer. La bola que se imanta, que comienza a espejear junto a las luces. Se trata de encender aquella diana. Se trata de conseguir sacarla fuera del circuito. Se trata de evitar que se hunda en el abismo. Se la tragó. Es lo mismo. Tienes otra oportunidad. El pasillo de la derecha de nuevo. Ya sabes lo que tienes que hacer. Ya tienes algo más de experiencia. Lo deseas y lo vas a conseguir. Disfruta. Los números que no dejan de rodar. La bola que cruza toda la máquina. Parece que cobra vida. Tú diriges y ella te obedece. Un toque preciso que la hace volver del final. En lo alto, por el pasillo enrejado. Y una vez más pendiente arriba. Buscando pasajes. Buscando cuevas. Haciendo sonar la música. Haciendo titilar las luces. Los números que no dejan de aumentar. Ya sabes lo que tienes que hacer. Y, sobre todo, lo que no tienes que hacer. Dominas la situación. Las palancas son parte de tus dedos. Engomadas pero sensibles. X5000. Todas las luces encendidas. Todos los agujeros a tu disposición. Todos los pasillos puntúan. La noria de números no puede parar. La máquina canta. Ploc. Una. Ploc. Dos. Ploc. Tres. Ella y tú. Frenéticos. Excitados. La música, las luces. Una nave espacial. La bola de acero no deja de moverse. La ves venir. La ves llegar. Enfilada. Veloz. Las aletas que no llegan. Directa al gua. Al sumidero. Al hoyo final. Entonces el silencio. Las luces que se apagan. Ella extinta. Oscuridad y mudez. Tan sólo tus jadeos te hacen sentir que sigues vivo. La respiración entrecortada como si hubieses salido de un éxtasis. Un golpe sobre el cristal. Sólo cuando lo piensas. Sólo cuando te acuerdas de ello. Sólo cuando te das cuenta de que tú eres esa bola de acero en la máquina de la vida.
1 comentario:
Gracias, Kebran.
Porque tú Luna y yo sombra.
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