El vaquero de Marlboro (1)
El vaquero de Marlboro no sabe conquistar
a una dama de ojos azules,
-prueba con flores; aceptó el consejo.
No era hombre que aceptase consejos fácilmente.
Preguntó a un jardinero
qué clase de flores necesitaba
-rosas, sin duda rosas; contestó el jardinero
mientras regaba con soltura una enredadera.
Cuál era la mejor estación para cosechar
un buen manojo de las rosas más exquisitas
-primavera, sin duda primavera;
contestó el jardinero
con el último sollozo de la regadera
sobre los bulbos de los tulipanes
holandeses.
El vaquero de Marlboro no sabe conquistar
a una dama de ojos azules,
sabe mucho de ganado y es diestro con el corcel
y la fusta de cuero. Adora las noches frías
y tiene los dientes amarillos de masticar
tabaco. A saber qué es lo que bebe cuando duermes,
querido lector, tú que me lees sin demasiado
aplomo, ¿qué encierra la gran petaca de plata?.
-Prueba con un poema; aceptó el consejo.
No era hombre que aceptase consejos fácilmente.
Preguntó a un trovador de poca monta
qué palabras podía sacar de la cabeza,
la lógica se apresuró a dar el primer paso
tras los puntos suspensivos de la mediocridad
-afectuosas, sin duda palabras afectuosas;
contestó el rimador de pacotilla
que no tenía donde caerse muerto.
No publicaba un soneto desde los veintiuno
y ahora rondaba los cuarenta años mal cumplidos.
Cómo haría concordar el afecto
-con pasión, sin duda con pasión desmesurada;
contestó el mal poeta frotándose la entrepierna
con la mirada de un cuadrúpedo desbocado.
(continuará)
* Poesía inédita publicadas en exclusiva en este número de CREATURA. (ARMANDO GALLEGO GARCÍA, 2007)
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