Fue uno de estos sueños lo que me hundió en la cama, en mi cama, ¿Por qué en mi cama? ¿Era hacer el amor en mi cama lo que me devolvería el recuerdo del amor? ¿Solo el amor carnal? Daba vueltas y vueltas, pero verme haciendo el amor en mi cama me parecía extraño. ¿Lo había hecho antes allí?
No recordaba nada que no fuera yo solo en mi cama, en mi habitación llena de espejos. Pero ya no estaba allí, ahora estaba fuera intentando moverme, intentando tocar algún lugar, intentando tocar algo. Movía mi cuerpo hacia el suelo pero este se alejaba de mí a medida que yo avanzaba, no podía tocarlo, ya no podía encontrarlo. ¡Nooo! ¿Dónde estaba todo?...
Ahora no veía nada, solo la luz del sol brillando a mi alrededor. Y yo flotaba en esa luz, me rodeaba, me abrazaba, me hacía levitar y me llenaba todos los poros del cuerpo. Allí en lo más profundo de aquella claridad empecé a discernir algo pequeño que se acercaba hacia mí. Atravesando montañas venía hacia mí. Brillando sobre el mar venía hacia mí. Seguía haciéndose cada vez más grande, brillando y brillando sobre figuras que poco a poco iban apareciendo, figuras que se iban convirtiendo en mis seres queridos, en mis amigos, en mi gente, en otra gente, en toda la gente y todos seguían brillando...
Entonces supe exactamente quién era, que era lo que estaba reservado para mí. Mientras tanto, en ese maravilloso momento, todo lo que brillaba se convirtió en amor para dar, para recibir, para compartir, para reflejar... Y me vi reflejado en todo ese brillo, en todo ese amor, en todo lo demás hasta que acabó fundiéndose en un solo ser, en un "todo" resplandeciente, único.
Dedicado a Jair.
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