“In Berlin, by the wall / you were five foot ten inches tall / it was very nice” Berlin. LOU REED
(la otra cara de Berlín)
Si, claro que viviremos en Berlín.
Yo bailaré desnuda
en viejos clubs de las SS
y tú haraganearas
todas las mañanas con tu nikon al cuello,
haciendo fotos desenfocadas
a las palomas grises
de algún parque.
A la noche
compraremos vino tinto
y panecillos con matequilla
y una lámpara
con la pantalla verde,
y escucharemos en silencio
aquel disco de Edith Piaf
que robaste la tarde que nos conocimos.
Tú subirás mi manga
y yo subiré tu manga
y el pinchazo ligero
será una nueva forma de redención.
Ya sabes,
cuando Caroline habla
las piedras callan
y las guitarras lloran
notas desafinadas;
pero no te preocupes dulce niño
que cuando despiertes
nos iremos a bailar tecno alemán
durante tres días seguidos
hasta que tus botas militares
pidan clemencia.
Vuelta a empezar,
a vender piedrecitas brillantes del muro
a turistas distraídos,
a volver a pasearte por Berlín
con tu bicicleta artrítica,
a escribir odiosos poemas de amor,
a fumar en pipa
y llevar sombrero.
Vuelta al trabajo de ocho horas
en una ferretería,
a las cenas interminables con aquel amigo tuyo
crítico de la Berlinale.
Yo prefería el vértigo
del piano tristón y decadente,
de los amigos con speed y chaquetas de cuero.
Pero ya sabes, dulce niño,
la voz de Caroline
cada vez suena más apagada
entre los lloros interminables
de los niños.
Antonio Torrejon.
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