JOSÉ LUIS GARCI

La obra de José Luis Garci está enturbiada por los prejuicios y los supuestos. Se supone que Garci es el director de los académicos, el director aburrido, el director de una determinada tendencia política, el director pedante que envuelto en una nube de humo habla de la maravilla de una toma, el director, en fin, que toda una rama cultural ha tomado como blanco de sus críticas, como elemento de broma.

Parece olvidarse que sobre todo de lo que está llena la obra de Garci es de buenos momentos de cine.

Desgraciadamente se hace necesaria una reivindicación de la obra de este cineasta español, el primero en conseguir un Óscar de la academia americana, el autor de películas que iremos repasando, brevemente, en este artículo.

Antes que hablar de su obra parece necesario hablar de Garci como hombre de cine, como divulgador del hecho cinematógrafico en sus programas de televisión, ¡Qué grande es el cine español! Y ¡Qué grande es el cine! él ha ayudado a difundir películas inolvidables, a directores, por desgracia sí olvidados, a grandes actores cuyos nombres no sabemos aún pronunciar.

La obra de Garci cubre treinta años de la historia de España. Los treinta últimos, años de cambio social, artístico, cultural, humano. No es el de Garci un cine pegado a su tiempo, es un cine que podría suceder en cualquier lugar, en cualquier tiempo, un cine con un aire universal, de marcadas influencias del Hollywood clásico. Sus historias, escritas casi siempre por él mismo, son historias que se despegan de la historia y van a lo humano, a lo que afecta a todo hombre en cualquier momento de la historia. Lo social, el contexto histórico, es en Garci un marco en el situar su historia, una forma de concretar unos personajes en un lugar. Poco más. Esta desinhibición de lo histórico ha costado mucho a muchos artistas. El olvidar lo concreto y fijarse en lo permanente, en lo que quedará siempre, en lo humano, al fin y al cabo, ha marcado la obra de muchos a partir de la Guerra Civil. Se les llamó evasionistas. También algo de eso hay en la furibunda crítica a Garci. En su obra encontramos temas que son propios de todo momento y todo lugar: el amor, la añoranza, la soledad, el desconsuelo y el desconcierto ante la vida que nos va llevando, etc.

No es el de Garci un cine de género único. Ha visitado muchos de ellos, desde la historia de amor con la que debutó en 1977 Asignatura Pendiente, historia de dos amantes que no encontraron su tiempo para amarse y lo deben encontrar después, en otro momento, en otro lugar, historia de todos y cada uno, que hemos tenido un amor que no se hizo y que siempre, incluso casados como los personajes de la película, querremos hacer. El amor también lo encontramos en una de sus últimas grandes películas Historia de un beso, donde realmente encontramos la historia de tres besos, de seis personajes que se encuentran y se aman. Película donde encontramos uno de los besos más emocionantes del cine español: “¿Cuándo es el mejor momento para visitar París? Cuando tú vengas, ese será el mejor momento...” y el beso que empieza tímido en los ojos de la protagonista y se va haciendo grande y deseado en los ojos del espectador.

También ha tocado Garci el cine negro con dos grandes películas que nos descubrieron a Alfredo Landa como un gran actor, no sólo como un gran cómico. El Crack y su continuación, El Crack dos, cuentan la historia de un detective que busca venganza, una historia filmada y contada de un modo que no nos extrañaría encontrar en clásicos como Ford o Eastwood.

Pero sobre todo habla Garci de lo humano de lo que a todos afecta. La muerte y la añoranza y la esperanza en su película más premiada Volver a empezar. O el desconsuelo de vivir, la tristeza de a dónde nos lleva la vida en Las verdes praderas obra que cuenta la historia de un hombre que se ve empujado a una vida que no quiere, que quiere salir de sí mismo y del círculo que le envuelve y le empuja a ser lo que no quiere ser. Historia que podría ser de todos lo hombres. Y también historia de cómo la destrucción de un sueño, supuesto, es cierto, puede ser un éxito. Y de cómo la aceptación de la verdad, de cómo dejando de engañarnos a nosotros mismos (lo más fácil de todo es mentirnos a nosotros mismos como dice el protagonista de Historia de un beso) puede llevarnos incluso a la felicidad.

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