MASTERS DEL UNIVERSO

Queridos seguidores de esta insuperable sección, hace poco un estimado lector dejó este comentario en el blog de Creatura: “Sr. Rossi, en su Canalnostalgia, con el que me rio de cojones por cierto, últimamente abusa demasiado de CAGARSE en absolutamente todo y decir que todo era un truño. Una vez bien, dos no está mal, pero llega un momento que se descontrola, y criticar desmedidamente deja mucho que desear. Además, creo que quita encanto a la sección por ser tremendamente repetitivo. Me gustaba más su "acidez controlada" de antaño”.

Obviamente, semejante consideración me llevó a reflexionar por los derroteros por los que se ha dirigido Canalnostalgia en los últimos tiempos, y por ello, considerando esta crítica en su carácter más constructivo, he creído oportuno, el, por una vez, no vilipendiar el objeto de estudio de éste ya cuasi ensayo y, por el contrario, enaltecer los valores de amistad, superación y esfuerzo que en su día nos brindaron los… ¡“Masters del Universo”!


¡Yo tengo el poder, chicos! ¡Yujuuuu!

Los “Amos del Universo” (aunque qué bien queda ese visionario Spanglish de “Masters del Universo”) fueron una serie de figuritas articuladas que idearon los de Mattel allá por comienzos de los 80 y que en poco tiempo se convirtieron en un éxito de ventas. Su carácter aguerrido y su excelsa musculatura los llevó a ser el juguete que todo niño debía tener, aparte de subliminalmente incitarnos a, en un futuro, apuntarnos al gimnasio y convertirnos en unos buenos metrosexuales cachas de pro (o sea, que encima colaboraron con la salud pública). Estos muñequitos a su vez, en un avance de la futura asignatura de “Educación para la Ciudadanía”, estaban repartidos entre los “muy buenos” y los “muy malos” de la sociedad del ficticio planeta Eternia. Los buenos, lógicamente, eran pura bondad y amor, pudiéndose decir que prácticamente inventaron el movimiento “Hippie”; mientras que los malos… ¡Eran malísimos! Mentían, robaban, traficaban con drogas y además, eran muy feos y tenían un gusto horrible vistiendo. Como esto no podía permitirse en una sociedad tan “fashion” como la eterniana, pronto crearon una especie de cuerpo policial que se encargaría de desbaratar las fechorías de estos sibilinos seres aficionados a la mala vida.

Así, nombraron comisario a He-Man, el hombre más poderoso del universo (y cuyo nombre puede traducirse por “Machote”) y le encargaron la misión de echar a unos malvados okupas del Castillo de Grayskull (curiosamente, la identidad secreta de He-Man es la del Príncipe Adam de Eternia, lo que le sitúa claramente como un precursor del mismísimo Superman).

Para acompañarle en tan peligrosa aventura, se unieron a él una serie de fornidos gladiadores como Man-At-Arms, su leal escudero y padrastro de su adorada y divina de la muerte Teela (aquí nos enseñaron una bonita lección: que los hombres y las mujeres sí pueden ser amigos); Stratos, el humanoide volador y soberano del reino de Avión, gran aliado de la poderosa corte de Adam (¡Sí señor, ahí está! ¡Vivan las alianzas entre civilizaciones!); o Zodak, el gran guerrero cósmico y primer espía de la historia, actuando de infiltrado entre los malosos a lo Matt Damon en “The departed” (de hecho Matt reconoce haber tomado prestado de Zodak gran cantidad de gestos y miradas).

¡¡Por el poder de Grayskull!!

Y este grupo tan atemorizador fue a hacer frente a las huestes del malvado Skeletor, un pobre yonqui en huelga de hambre que supuestamente era el líder y cantante de la banda de punk “Los Guerreros Diabólicos” que ocupaban el Castillo de Grayskull. A la guitarra le acompañaba Mer-Man, una criatura marina de quien se dice que realmente compuso el riff de “Smoke on the water” (siendo “fusilado” por Ritchie Blackmore tras una tarde de cereales y dibus); al bajo, la siniestra Evil-Lyn, durante años amor secreto de Glenn Danzig y adicta confesa a la quetamina; y a la batería, el inconfundible Beast-Man, cuya contundencia, fuerza bruta y canibalismo son más recordados que su nula destreza a las baquetas. El caso es que nuestros amigos llegaron allí, los hincharon a hostias y los mandaron a tomar por culo, para así poder montar el museo de arte moderno “Castillo Rey Randor” en el recién adquirido terreno. El resto, como se dice, es historia ¡No cambiéis de canal y hasta la próxima!

Dedicado a Juanjo, por leernos y querernos.

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