DE LA TIERRA A MARTE PASANDO POR LA LUNA

Después de salir del centro de la tierra en la Mina de Plata, subimos hasta lo más alto. En el camino hacia la ciudad de Uyuni vi mis primeras Llamas, ese animal andino legendario. Esta ciudad es la puerta para conocer su salar. Continuamos el viaje por paisajes realmente increíbles, fuera de este mundo.

“De la Tierra a Marte pasando por la Luna. Capítulo III.”
Después de Potosí y la mina de plata nos dirigimos hacia una nueva ciudad: Uyuni. Esta pequeña ciudad no tiene mucho que visitar, en realidad su principal atractivo es que desde allí salen las rutas hacia el desierto de sal. La única forma de visitar este desierto es contratar el servicio de un jeep con alguna agencia de viajes. El tiempo del viaje depende de cada uno, nosotros decidimos hacer la ruta más larga de tres días y dos noches, nos costó unos 75 euros, incluyendo el transporte, una cocinera que nos acompañaba, la comida y el hospedaje. Como podéis ver casi regalado.
El primer día nos dirigimos primero desde la ciudad hasta un cementerio de trenes, donde paramos solo unos minutos para hacer las fotos de rigor. Y de allí al salar más grande del mundo, con 12.000 km cuadrados, a unos 3600 metros de altitud, cubierto por el lago Ballivián hace unos 40.000 años. La imagen de un desierto blanco, de sal, en el que el sol casi ni te deja ver, fue todo un sueño.
Dentro del salar se visita un museo hecho completamente de sal, desde sus paredes, hasta las mesas, sillas, figuras etc. En mitad de este maravilloso salar se encuentra la isla del pescado, donde hay miles de cactus de hasta doce metros de altura.
Esa noche dormimos en un hotel de sal. A la caída de la noche el frio se hizo casi insoportable. Viendo uno de los cielos más increíbles de mi vida, con millones de estrellas pase también el frio más grande, nada es perfecto y lo que es peor nos dijeron que el día siguiente sería más frio.
El segundo día visitamos los diferentes paisajes desérticos de la zona, donde vimos paisajes fuera de este mundo, como el bosque de piedras que me hizo pensar que habíamos llegado a la luna, pero eso solo fue el principio porque al final del día llegamos a la Laguna Colorada donde realmente parecía que estábamos en Marte. Espectacular, eso sí otra vez un frio que pelaba, llegamos hasta los -16 grados por la noche, durmiendo en un pequeño hotel sin calefacción y sin agua corriente, sin muchas comodidades pero mereció la pena, las mantas al final al cabo calientan a la gente, sobre todo si duermes con seis.
El último día llegamos hasta la frontera con Chile y seguimos viendo paisajes desérticos, lagunas congeladas donde pudimos patinar y hasta geisers. Nunca había hecho un viaje tan corto que me había llevado a paisajes tan lejanos, una de las cosas más impresionantes que he conocido en mis viajes.

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