REENCUENTRO
Desde mi pasantía en Madrid guardaba aquel legajo lleno de vergüenza. Lo guardé esperando llevarme el secreto a la tumba. Cuando lo vi allí, en la cacería a la qué había asistido aprovechando la mediática huelga, estuve a punto del colapso. Era un caso de divorcio sencillo, el era mi amigo y el adulterio era su argumento principal. No pudimos probarlo, en ningún papel de los que con tanto recelo guardaba, había evidencias de la infidelidad. Ella le ganó la mano, y como no iba a hacerlo, si todas las pruebas de la traición estaban en mi piel. Estaba pensando esto cuando vi cruzar aquel pichón frente a mis ojos. Él en su defensa alegó precisamente eso, el animal lo confundió, nunca tuvo intención de matarme.
CITA A CIEGAS
Lo vi, me vio y fue un flechazo. Nos besamos apasionadamente y cuando quise parar fue tarde. Él se había bebido hasta mi último suspiro.
Desde mi pasantía en Madrid guardaba aquel legajo lleno de vergüenza. Lo guardé esperando llevarme el secreto a la tumba. Cuando lo vi allí, en la cacería a la qué había asistido aprovechando la mediática huelga, estuve a punto del colapso. Era un caso de divorcio sencillo, el era mi amigo y el adulterio era su argumento principal. No pudimos probarlo, en ningún papel de los que con tanto recelo guardaba, había evidencias de la infidelidad. Ella le ganó la mano, y como no iba a hacerlo, si todas las pruebas de la traición estaban en mi piel. Estaba pensando esto cuando vi cruzar aquel pichón frente a mis ojos. Él en su defensa alegó precisamente eso, el animal lo confundió, nunca tuvo intención de matarme.
CITA A CIEGAS
Lo vi, me vio y fue un flechazo. Nos besamos apasionadamente y cuando quise parar fue tarde. Él se había bebido hasta mi último suspiro.
LA VIDA DE ELLA
Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Hoy había venido contento, había jugado al escondite con ellos, les había puesto una película y se había quedado dormido en el sofá. En noches como aquella, por un momento, se lo perdonaba todo. Llevé a los niños al baño y mientras se cepillaban los dientes me miré al espejo, no parecía yo, aunque ahora no tenía ningún moratón. Luego les llevé a su habitación y al ver sus pijamas colocados sobre la cama, de pronto desperté. No hagáis ruido, les dije mientras recogía todo, vamos a jugar al escondite con papa, a ver si esta vez no nos encuentra.
Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Hoy había venido contento, había jugado al escondite con ellos, les había puesto una película y se había quedado dormido en el sofá. En noches como aquella, por un momento, se lo perdonaba todo. Llevé a los niños al baño y mientras se cepillaban los dientes me miré al espejo, no parecía yo, aunque ahora no tenía ningún moratón. Luego les llevé a su habitación y al ver sus pijamas colocados sobre la cama, de pronto desperté. No hagáis ruido, les dije mientras recogía todo, vamos a jugar al escondite con papa, a ver si esta vez no nos encuentra.
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