Como muchos de vosotros sabréis o incluso algunos afortunados (o desafortunados) habréis podido ver con vuestros propios ojos, mi compañero en todo este camino llamado Brasil me abandonó y volvió al país del jamón (que saudades!!!!).Durante el tiempo que estuvo aquí fue Jesús, el que multiplicaba el macarrón y las salchichas, ahora responde a otro nombre. Todavía parece que voy a llegar de la USP para casa y me lo voy a encontrar viendo algún partido del Corinthias, del São Paulo, o de la liga italiana, no será por fútbol... Antes de su vuelta hacia el viejo continente hicimos un viaje de despedida hacia el sur. El destino fue Florianópolis.
El Estado de Santa Catarina es el penúltimo de Brasil antes de llegar a territorio argentino. Es un pequeño Estado que en su mayoría fue colonizado por europeos, sobre todo alemanes. Su capital es Florianópolis, conocida cariñosamente como Floripa. Es una ciudad dividida. Un puente de unos pocos kilómetros une la parte del continente con una pequeña isla. Esta isla tiene numerosas playas por toda su costa, algunas más o menos explotadas y otras completamente vírgenes. Quizás la playa más famosa es la de Joaquina que está rodeada de dunas de arena donde se puede hacer snowboard, claro que en vez de en la nieva en la arena.
Eso si los autobuses de la isla son un total caos. Para ir de una playa a otra tienes que pasar siempre por el centro lo que hace perder muchísimo tiempo. Aunque es la mejor opción porque como quieras atajar por la arena lo más seguro es que acabes andando más de tres horas por una playa desierta sin salida a la civilización, lo que significa evidentemente una insolación de primera. Algo que según me contaron les pasa muchas veces a los gringos. En el centro de la Isla hay una enorme laguna. Alrededor de ella se concentran la mayoría de hoteles, restaurantes, bares etc. Si te apetece cambiar la tranquilidad de las playas por la fiesta es solo ir a la Lagoa. Pero si lo que te apetece es tranquilidad puedes ir a cualquier punto de la isla, en casi toda su costa encuentras paraísos de vegetación y aguas cristalinas. Pero lo mejor de todo es que cuando estas allí es como si estuvieras en casa. Y no es porque se parezca a España, todo lo contrario, es una mezcla entre el paisaje brasileño y casas pre-fabricadas de madera que solo se encuentran allí. Uno se siente como en casa por el acento de la gente. Están tan cerca de Argentina que todo el mundo entiende español. Cuando llegamos allí por pura casualidad me encontré con una compañera de capoeira (sí, me estoy volviendo brasileña total) que nos invitó a quedarnos en su casa. La amabilidad brasileña es increíble y más cuando eres europeo, todo el mundo confía en ti aunque ni te conozca. Esta chica hasta volvió a Sao Paulo y nos dejo las llaves de su casa, y solo había hablado con ella un par de veces. Es el encanto de Brasil y su gente.
El fin de semana lo dedicamos a conocer varias playas, pasear por la vegetación, conocer la ciudad y beber cerveza en alguna terraza, que nos supieron a gloria. Como podéis imaginaros la vida por aquí es muy difícil. Fue un fin de semana inolvidable, la compañía fue insuperable y espero que no dentro de mucho tiempo volvamos a hacer otro viaje por este país maravilloso. Agora, fico com saudades de você.
Para Jesús: você é lindo, mais que demais
Eso si los autobuses de la isla son un total caos. Para ir de una playa a otra tienes que pasar siempre por el centro lo que hace perder muchísimo tiempo. Aunque es la mejor opción porque como quieras atajar por la arena lo más seguro es que acabes andando más de tres horas por una playa desierta sin salida a la civilización, lo que significa evidentemente una insolación de primera. Algo que según me contaron les pasa muchas veces a los gringos. En el centro de la Isla hay una enorme laguna. Alrededor de ella se concentran la mayoría de hoteles, restaurantes, bares etc. Si te apetece cambiar la tranquilidad de las playas por la fiesta es solo ir a la Lagoa. Pero si lo que te apetece es tranquilidad puedes ir a cualquier punto de la isla, en casi toda su costa encuentras paraísos de vegetación y aguas cristalinas. Pero lo mejor de todo es que cuando estas allí es como si estuvieras en casa. Y no es porque se parezca a España, todo lo contrario, es una mezcla entre el paisaje brasileño y casas pre-fabricadas de madera que solo se encuentran allí. Uno se siente como en casa por el acento de la gente. Están tan cerca de Argentina que todo el mundo entiende español. Cuando llegamos allí por pura casualidad me encontré con una compañera de capoeira (sí, me estoy volviendo brasileña total) que nos invitó a quedarnos en su casa. La amabilidad brasileña es increíble y más cuando eres europeo, todo el mundo confía en ti aunque ni te conozca. Esta chica hasta volvió a Sao Paulo y nos dejo las llaves de su casa, y solo había hablado con ella un par de veces. Es el encanto de Brasil y su gente.
El fin de semana lo dedicamos a conocer varias playas, pasear por la vegetación, conocer la ciudad y beber cerveza en alguna terraza, que nos supieron a gloria. Como podéis imaginaros la vida por aquí es muy difícil. Fue un fin de semana inolvidable, la compañía fue insuperable y espero que no dentro de mucho tiempo volvamos a hacer otro viaje por este país maravilloso. Agora, fico com saudades de você.
Para Jesús: você é lindo, mais que demais
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