TRES POEMAS DE ABEL APARICIO

Pero juntosEsta noche, sentado en un bar, con mi cerveza,
recordé como en ese mismo lugar,
algo se resquebrajaba.
Volaban palabras disfrazadas de puñales,
nos tirábamos a dar, sin entender,
que no luchábamos en dos bandosnos estábamos inmolando, y eso,
me duele más que mil zarpazos.
Como más veces he escupido sobre folio,
quítale a la montaña más alta su cumbre,
quítale a la puesta de sol su mar,
quítale al mejor verso sus letras,
quítale a la noche su luna,
quítale a un lugar tu presencia
,quítale a tu rostro tu sonrisa y hallarás la respuesta
La busco a mi pregunta.
No importa lo que hago,
si me olvido quien se sienta a mi lado.
No juguemos a la guerra,
ese juego, para los que aman a las balas
,para los que engañan al pueblo,
con el pretexto de una bandera y con el fin de su dinero.
Tú y yo valemos más que eso,
tú y yo no entendemos de guerras,
caminamos en la misma dirección
y juntos subiremos al torreón más altopara disfrutar de eso, de la vida, pero juntos.

Tú, yo, León: Nosotros
Sucede cuando estamos separados, cuando no te respiro,
ocurre cuando parece que un abismo nos distancia
Sucede que más te anhelo, que necesito empaparme de ti
Estar sin sentirte, me inunda de tus ganas, de eso, de abrazarte
Sensación que comparto con nuestra tierra, con nuestro León,
cuando me alejo, las ganas de pisar mi historia me invade
Será que ahora, que se acerca el invierno, esa niebla vespertina,
ese frío que cubre mi ser, hace correr por mis venas la morriña
Pero también sucede que esa morriña se disipa,
cuando sigilosa te acercas, me acaricias y saboreas mis labios.
Es entonces, cuando mis dos patrias, León y tú, os acercáis.
Federico Luppi dijo que quien cree que pertenece a un país
es un tarado mental, León no es mi país, es mi pueblo,
y los pueblos si existen, como tú, como yo, como un nosotros
Quique González corría por Madrid, tú y yo lo hacíamos también
pero por nuestro mundo, y ahora por aquí, y más adelante por allá,
y por donde tengamos o queramos hacerlo, pero siempre juntos
Sucede que tengo ganas de verte, y estas no entienden de relojes,
ni mucho de calendarios o de agendas, aparecen sin llamarlas
pero al final siempre nos vemos, y nos sonreímos, nos vivimos.


Su mundo
Una noche de primavera, en el último metro,
leyendo ciento volando de catorce, Sabina,
asistí a una conversación de esas,de las que te hacen darle vueltas a eso,
a lo que tenemos en el interior de nuestra cabecita
Un hombre, borracho, con harapos y su mejor compañero, Don Simón
Una chica de erasmus, sus mejores galas y su compañero, dinero
Se miraron y la chica le dijo en su castellano francés,
Señor, ¿se cree que al beber se le van a ir los problemas?
El hombre, mutis, pensó su respuesta y dijo, por un rato sí
Al escuchar eso, Sabina se detuvo a medio verso
el tren avanzaba estación tras estación, pero yo no,
yo seguía en esa pregunta y en esa respuesta
en quien la formulo y en quien la respondió
Ella, nunca alcanzará a comprender como alguien puede,
en esta vida, llegar a terminar de esa manera
cuando el vino te absorbe a ti,
hasta el último poro de tu piel
Él, que ya está de vuelta y media en esta vida, pensará,
chiquilla, nunca entenderás como se puede llegar a esto,
nunca te faltará un bocado, ni un cobijo, ni una mano, ni…
pero él tampoco entenderá como se puede llegar a eso,
a ignorar todo lo que sucede a tu alrededor,
como se puede estar bailando con un traje de luces
sin saber que a al lado están recogiendo tus lentejuelas
como se puede estar viviendo un una vida, que no es real
en la que todo es divino, genia
len la que todos estamos encantados de conocernos
mientras a nuestro lado, cuando lluevelas gotas de lluvia, se fusionan con las lagrimas
del que se ve pasando la noche en la calle
o por que no, en un cementerio
Por un instante, dialogaron, pero probablemente
sus vidas, no se volverán a cruzar, ni siquiera una mirada
Yo, en medio de esos dos mundos, sigo sin comprenderlos,
sin saber comprender, ni su mundo ni su mundo.

ABEL APARICIO

1 comentario:

Abel dijo...

Gracias creaturos, un placer

Saludos axabriegos