y odiarnos para siempre.
Un instante de candelabro
y a oscuras tu voz nace
de los negros insectos.
Yo te condeno a la soledad
y al silencio de sus grilletes.
Dios es benévolo
con todos sus enjambres.
Nos duele el ayer
en todos los armarios
donde guardas la droga.
Nos duele el ayer
en un vals de vodevil
y en todos los tejados
con sus chimeneas
carbonizadas.
Podemos ser amigos
y odiarnos para siempre.
Un instante de candelabro
y a oscuras tu voz nace
de los negros pelícanos.
* Poema inédito cedido para este número de Creatura.
(Separación, Edvard Munch. Óleo sobre tela, 1896)
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