CONVERSACIÓN ENTRE DOS SUICIDAS de JOSE ANGEL BARRUECO


Los dos individuos charlan sentados en la cornisa, con los pies colgando hacia el vacío. No parecen preocupados.
-Ya es coincidencia que hayamos elegido el mismo lugar para tirarnos, ¿no le parece? -dice el joven.
-Eso creo -contesta el anciano.
El aire que se mece sobre el décimo piso les alborota los cabellos. Desde abajo les llegan, confusas, las voces y el griterío de los bomberos, la policía y los curiosos.
-Y usted, ¿por qué va a hacerlo? -inquiere el joven, con mayor curiosidad por las causas y razonamientos que han llevado al otro a subirse en la cornisa que por el despachurre en que quedará su propio cuerpo cuando se lance al asfalto.
-Bah -musita el anciano, pero sin pesadumbre-. No tengo mucho más que hacer en este mundo. Soy viudo, estoy enfermo y mi pensión es miserable. Prefiero esto que el jodido hospital.
-Ya -dice el otro sin convicción.
-¿Y usted? Es muy mozo para reventar tan pronto.
-No sé si decírselo. No se lo va a creer.
-Soy capaz de creer cualquier cosa -murmura, observando las nubes que pasan.
-Está bien, allá va. Es que me atrae el vacío. Es una enfermedad, también. Mire, si paso por un puente, quiero arrojarme. Si subo a un avión, me dan deseos de saltar por la ventanilla sin paracaídas. En los huecos de las escaleras siempre estoy en un tris de tirarme de cabeza. Y si...
-Es suficiente -lo ataja con un gesto-. Le he entendido.
-Es una tortura.
-¿Y qué suele impedírselo?
-Querrá decir quién. A mi lado suele haber pelmazos que me agarran. Por eso subí aquí. El caso es que no quiero morir, pero me dan unas ganas de lanzarme que no aguanto.
-Pocos vacíos conoce usted. Se nota que es joven. En fin, esa gente de ahí abajo empezará a impacientarse. ¿Vamos allá?
-Por mí, estupendo. Pero me cansa eso del público. Me dan ganas de no tirarme sólo para darles en las narices.
-Tiene razón. ¿Lo aplazamos? Podríamos buscar un edificio más tranquilo y tirarnos cuando nos apeteciera...
-De acuerdo. Mire, conozco una cornisa que es ideal para estos casos.
-¿Tiene buenas vistas?
-Las mejores.
-¿A qué esperamos? El escenario es imprescindible...
Ambos se levantan y caminan por la cornisa, conversando como dos amigos de toda la vida.
Algunos curiosos, en la calle, bostezan y se decepcionan.



JOSE ANGEL BARRUECO, ESCRITOR
CUENTO INCLUIDO EN EL LIBRO “EL HILO DE LA FICCIÓN” EDITORIAL CELYA
EL KEBRANTAVERSOS AGRADECE AL AUTOR SU CESIÓN PARA ESTE FANZINE

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